Hay un momento en la vida en el que dejas de decir "¿quedamos para cenar?" y pasas a decir "¿te conté lo de la derrama del tejado? ¡Y el seguro de hogar subió otra vez!". Es un cambio sutil, casi imperceptible, como la primera cana, pero letal en sus implicaciones bancarias y en tu nivel de conversación. De repente, tus preocupaciones se transforman, y las discotecas se sustituyen por reuniones de vecinos donde se debate apasionadamente si mantener al jardinero o pintar de blanco las zonas comunes.
Ser adulta no es tener respuestas. Es tener facturas. De cosas tan absurdas que te hacen cuestionar la matriz en la que vives. Por ejemplo:
El seguro del termo (¿quién demonios decidió que el agua caliente, esa bendición líquida, necesitaba una cobertura legal? ¿Y si se suicida el termo? ¿Hay cláusula de depresión?).
La suscripción a un antivirus que jurarías haber cancelado en 2018, pero que se mantiene fiel, más que tu ex, protegiendo un ordenador que ya pide la jubilación a gritos. Es como ese amigo que te sigue escribiendo para ver qué tal, aunque le hayas dejado en visto hace cinco años.
Un impuesto municipal por recoger basuras, aunque tu cubo lleva tres semanas con olor a crimen perfecto y sospechas que la basura ya está planeando su propia serie de Netflix sobre su fuga.
Las cosas que se rompen inesperadamente. ¿Por qué el tostador decide implosionar justo el día que tenías prisa? ¿Por qué la nevera hace un ruido a ovni a las 3 de la mañana? Parece que los electrodomésticos tienen un club secreto para decidir cuándo sabotear tu economía. Y claro, el técnico siempre te mira como si hubieras intentado arreglarlo con un tenedor.
Y, por supuesto, los plazos que sigues pagando por cualquier mini reforma hecha en casa. Una inversión que promete ser "la solución definitiva", pero que se convierte en un alquiler mensual que te persigue más que la letra de una canción pegadiza. Te preguntas si tus nietos seguirán pagando esa cuota.
Y todo esto mientras miras tu cuenta bancaria como si fuera una partida de Cluedo sin final:
"El dinero desapareció en la transferencia, con la comisión bancaria, en la compra de un desatascador porque la tubería sonaba a banda de heavy metal".
¿Dónde estaban los cursos de supervivencia financiera para esto? ¿Dónde las advertencias en la EGB, junto a la tabla del 7? En serio, nos prepararon para hacer raíces cuadradas, calcular la hipotenusa de un triángulo (que jamás he usado) y conjugar verbos en inglés (forget, forgot, forgotten pagar la factura del teléfono), pero no para elegir entre pagar la ITV del coche o arreglar la cisterna que suena como un beat de reggaeton a las tres de la mañana. La vida adulta, amigos, es el boss final que nadie te enseñó a derrotar, y su arma secreta son los recibos domiciliados.
Ser adulta no es "tener tu vida bajo control". Es saber que la placa de inducción hace un click click raro y que probablemente eso cueste mínimo 200€, más de lo que vale tu dignidad después de intentar arreglarlo tú misma con un tutorial de YouTube y un destornillador de los chinos. Es sentir un escalofrío cuando la lavadora hace un ruido distinto al habitual, como si te estuviera avisando de una derrama blanca.
Pero eh, mira el lado bueno: ahora tienes una carpeta (o un montón de subcarpetas en tu ordenador) llamada "cosas importantes" donde metes facturas, multas, contratos y también… lágrimas secas (las de alegría por haber llegado a fin de mes, claro). Y esa carpeta, queridx amigx, es el verdadero trofeo de la vida adulta. ¡Felicidades! Ahora, si me disculpas, creo que mi coche está haciendo un ruido sospechoso y no puedo permitirme que se una a la orquesta de mis electrodomésticos.
Así que sí, puede que para Shakira las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan. Pero esta mujer que está aquí… ¡llora mientras paga facturas! Y si queda algo, lo gasto en ibuprofeno.
🧯 Lo que me pasó y no estaba en el roadmap
Intenté hacerme un moño “despeinado pero estiloso” y terminé pareciendo el personaje secundario de una serie turca que está a punto de ser atropellada.
💡 Lección aprendida (o no)
Cuando alguien dice “vamos viendo”, en realidad quiere decir “no cuentes conmigo pero me da cosa decírtelo”.
🍿 Cosas que me salvan la vida (o me distraen de ella)
Una serie: Silo — Imagina vivir en un búnker subterráneo sin saber qué hay fuera… y que hacer preguntas esté prohibido. Misterio, paranoia, y gente con trajes que parecen sacados de un IKEA distópico. Te atrapa más que el algoritmo de Substack.
Un libro: Carcoma — Layla Martínez — Una casa vieja, una mujer aún más dura y un pasado que rezuma humedad, secretos y rabia. Oscuro, feminista, y con esa tensión que te hace mirar detrás del sofá. No apto para leer sola de noche… o sí, si eres valiente y tienes buen pestillo.
Una peli: La calle del terror: la reina del baile — Perfecta para quienes quieren thrillers adolescentes a lo Stranger Things, pero sin pijadas: aquí manda el asesino enmascarado y la venganza sangrienta .
Un podcast: La verdad es que no se me ocurren más jajajaja recomendadme vosotroooooooos
Un capricho: Un cesto para la colada la mar de compacto y práctico.
Una canción en bucle: Viejoven de Ojete Calor — Una obra maestra incomprendida, como tú.
❓¿Esto solo me pasa a mí?
Cuando estoy sola en casa y suena un ruido raro, me quedo completamente quieta, como si la inmovilidad confundiera al asesino.
🧠 Por si sale en el trivial
El papel higiénico de verdad se inventó en 1857.
Antes usaban hojas, conchas o incluso mazorcas de maíz. Y tú quejándote del reciclado.
Espero que te hayas reído un poco y que no te haya llegado ningún recibo mientras leías esto.
Recuerda: ser adulta no es tenerlo todo bajo control, es saber a quién llamar cuando se rompe algo.
Nos leemos el próximo martes. Hasta entonces, no firmes nada sin leer la letra pequeña. Ni la emocional, ni la del banco.
Y recuerda… siempre podría ser PeOr.
“Ese Lansbury style, el Miss Marple look
Reina madre de paseo por el institut”…
Gracias por este buen rato leyéndote y viéndome ahí, representado
😘
Ahorita ando cuidando al esposo en el hospital. Eso gastos sorpresa salen a viva voz cuando te pasan estas cosas.